La época de la inocencia comenzó a declinar para los intelectuales en Estados Unidos en agosto de 1964 cuando el congresista tejano Wright Patman, mientras realizaba una investigación por evasión de impuestos sobre la J. M. Kaplan Fund, de Nueva York, descubrió que dicha institución cultural era en realidad una pantalla de la CIA para la guerra cultural contra la URSS y el campo socialista.
La Revista estadounidense Rampart hizo un extenso reportaje sobre el tema en 1967 y no tardó en conocerse que la JM Kaplan era solo una pequeña parte de una tupida madeja de tapaderas culturales de la CIA en el que hacía de centro mundial desde 1950 un denominado Congreso de la Libertad Cultural (CLC) con sucursales en 35 países en todo el mundo.
El (CLC) cumplía con la estrategia de captar en sus esferas de influencia a la llamada intelectualidad liberal que militaba en la izquierda anti soviética para fomentar una alternativa política esencialmente contra los Partidos comunistas y movimientos revolucionarios en el mundo.
Fue apoyado con inagotables recursos financieros para manipular, contratar, comprar o reclutar a miles de artistas, escritores, especialistas, políticos, dirigentes estudiantiles y periodistas además de organizar compañías editoriales, fundar decenas de revistas, costear secretamente eventos en todo el mundo promoviendo la libertad de la creación intelectual en el occidente capitalista como contraposición al “realismo socialista” en boga en la URSS y sus aliados de Europa Oriental
La CIA tuvo éxito y logró que todo el movimiento intelectual que promovía el (CLC) apareciera como iniciativas espontáneas e independientes de instituciones de EEUU y Europa Occidental. Hasta que en el destape de 1964-67 quedaron comprometidas como vinculadas a esa estrategia y el dinero de la CIA importantes instituciones y mecenas del arte y la cultura como las Fundaciones Ford, Rockefeller, el Museo de Arte Moderno de New York, (MOMA) y otros, todos activos participantes en las actividades del Congreso.
También artistas y escritores aparecieron vinculados con las lucrativas acciones de la Agencia como George Orwell, Irving Kristol, Melvian Lasky, Isaiah Berlin, Stephen Spender, Sydney Hook, Daniel Bell, Dwight MacDonald, Robert Lowell, Hannah Arendt, Mary McCarthy, y muchos otros en los Estados Unidos y Europa
Los comprometidos aportaban la imagen de intelectuales liberales y conciencia crítica de la sociedad burguesa como oposición ilustrada al poder político lo que estaba muy lejos de su función real dentro que el guion del (CLC) les deparó como figurantes manejado por el espionaje estadounidense.
Inocencia como coartada
Muchos de los participantes argumentaron desconocimiento y esgrimieron como coartada una buena dosis de inocencia en sus actitudes para justificar el engaño de que fueron objeto por la CIA a la que por otra parte, no se le podía negar imaginación para llevar adelante durante casi 17 años y por primera vez en la historia un engaño de esa magnitud en el campo de la cultura.
Aunque no todos eran completamente inocentes. En la correspondencia de aquellos años entre la escritora estadunidense Mary McCarthy y Hannah Arendt, filosofa alemana y promotora de la lucha contra el totalitarismo se evidencia que ambas tuvieron conocimiento del papel que jugaban en los planes estadounidenses. Las cartas fueron mencionadas por la investigadora inglesa Frances Stonor Saunder en su libro La CIA y la guerra fría cultural,
Hannah Arendt murió en 1975 y el instituto que lleva su nombre, al parecer sirve para auxiliar las actuales estrategias de guerra cultural que incluyen como objetivo también una supuesta réplica de dicho instituto en Cuba.
Pero adjudicar a la Agencia la prefiguración de las futuras contiendas por la mente de los hombres, sería erróneo, ya en la década de 1930 Antonio Gramsci, marxista italiano alertó desde la cárcel, bajo el régimen de Mussolini, que las nuevas guerras se librarían en el campo intelectual, en la cultura y la educación lo cual no pasó inadvertido a los teóricos de la inteligencia norteamericana, iniciadores de la Guerra Fría y muchos de ellos desertores del marxismo desde los propios años treinta.
Sin embargo poco hizo la izquierda de aquellos años por asumir las teorías del revolucionario italiano en sus estrategias de luchas sociales.
Aunque la denuncia de 1967 y las posteriores investigaciones pusieron al descubierto todo los principales métodos para librar la guerra fría cultural por los estadounidenses, estos no fueron desechados después de la desaparición de la URSS y el campo socialista entre 1989-91 y mantiene plena vigencia en la política subversiva contra los países revolucionarios y progresista.
Soros, el bombardero
Hoy probablemente la subversión presenta un cambio cualitativo con el papel que juega el gran capital financiero-especulador en la guerra cultural.donde aparece asociado a la geopolítica estadounidense, algo muy visible en la labor de uno de los hombres más ricos del mundo George Soros y su emblemática Open Society Foundations al servicio de esa misión.
Desde fines del siglo pasado Soros se ha implicado en efectivos movimientos anti socialistas en la antigua URSS y Europa Oriental, en golpes de estado y revoluciones de colores como en Ucrania 2013 y es responsable en atizar las llamadas primaveras árabes y por extensión con la guerra civil en Siria y en los planes contra Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Cuba.
En los últimos 25 años después de la desaparición del llamado del socialismo real, se ha desarrollado, aplicado y hechos públicos conceptos como las llamadas “revoluciones de colores”, y su parafernalia de métodos desestabilizadores engañosamente no violentos, las prácticas del “soft power” y “smart power”, guerras de cuarta generación, terapias de choque y entre otras doctrinas, que aparecen como piezas de un gran rompecabezas que se requiere ordenar para entender el todo de una estrategia global y a largo plazo de dominación mundial.
El gran complejo Soros, incluyendo su imperio económico, actúa con tanta coherencia con estos objetivos imperiales que levanta sospechas de que en realidad, más allá de la voluntad de un hombre, lo que realmente actúa en su nombre es el gobierno estadounidense, sus órganos de inteligencia y propaganda aliados con los círculos de poderes del capitalismo global.
Así los virtuales dueños del mundo, libres de las rígidas carcasas de las instituciones oficiales y las usadas “fachadas culturales” durante casi setenta años y que levantan siempre suspicacias, logran una mayor flexibilidad y cobertura mundial para hacer valer sus intereses en todos los rumbos políticos de la sociedad y adicionalmente es eficiente para incidir y manejar la inestable economía mundial, especialidad del multimillonario de origen húngaro.
El método Soros se puede nombrar también como “bombardeo por saturación” de cifras astronómicas de dólares en donaciones e inversiones a todo el sistema mundial de la llamada sociedad civil y de gobiernos para que actúen conducidos u obligados por las circunstancias actuar en línea con los objetivos de la dictadura neoliberal en el mundo.
Aunque para lograr el control, comprometimiento e influencia Soros dona e invierte sus millones de dólares también con iniciativas filantrópicas para el bienestar popular y de perfeccionamiento y cambios de la sociedad capitalista y en el extranjero mientras no pongan en peligro las bases del sistema capitalista mundial o favorezcan liderazgos opuesto a la hegemonía estadounidense como ocurre con China y Rusia.
La conexión cubana
Soros socorre iniciativas en EEUU contra la discriminación racial y por motivos religiosos, mejoramiento de la educación popular y hacia el exterior apoya las causas para el desarrollo de la llamada democracia y la lucha contra las dictaduras, entiéndase derrotar los gobiernos revolucionarios o incómodos a los EEUU.
Además lleva adelante un proyecto para legalizar las drogas a excepción del crack, y su venta en el mundo. En este contexto Soros, solicitó reunirse en el 2013 con el entonces presidente de Uruguay, José Mujica, para discutir sobre el proyecto del mandatario de regulación del consumo y la comercialización de la marihuana en ese país . Según analistas el multimillonario en realidad, se prepara para controlar el comercio de las drogas en un posible escenario mundial cuando se despenalice su consumo.
También por medio de la Open Society Foundation ofreció apoyar programas educativos en Uruguay con el objetivo de combatir el uso de las drogas y otras adicciones.
En el mes de junio del presente año la Open Society Foundations en New York auspicio una conferencia sobre los futuros cambios en Cuba del proyecto Cuba Posible y sobre el cual uno de los dirigentes de este movimiento que supuestamente es ajeno a los extremismos de derecha, escribió:
“Con satisfacción doy testimonio de que este suceso está siendo posible gracias al entusiasmo, al compromiso y al esfuerzo de la Fundación ‘Sociedad Abierta’ (Open Society), en especial de su equipo para América Latina, quien desde hace algún tiempo se acerca a Cuba y dialoga con actores nacionales de la Isla y de la emigración, y que decidió ser anfitriona y co-financista de esta iniciativa de Cuba Posible”.
Los agradecidos amigos de “Sociedad Abierta” en La Habana con ese compadrazgo difícilmente podrán convencer de que son ajenos a los planes subversivos del gobierno norteamericano contra la Isla, a diferencia aquellos primeros intelectuales inocentes o no, del Congreso de la Libertad Cultural de 1950, los cuales siempre tuvieron el beneficio de la duda.
Fuentes.
La CIA y la Guerra Fría Cultural. Frances Stonor Saunders. Editora Ciencias Sociales- La Habana Cuna 2003
http://www.jmkfund.org/history/
http://nicaraguaymasespanol.blogspot.com/2016/09/open-society-foundations-promociona.html
www.cubadebate.cu/opinion/2016/09/11/soros-y-lo-hegemonico-como-alternativo/
www.cubadebate.cu/opinion/2016/06/01/el-lobo-y-la-fabula-de-cuba–posible/
Tomado de: http://cubaessurtidor.blogspot.com/2016/11/soros-el-bombardero-y-el-fin-de-la.html?view=classic