BREVE HISTORIA DE UN INCESTO COMUNICACIONAL: ¿QUÉ HACEN LA CIA Y EL PENTÁGONO EN HOLLYWOOD? Por Bruno Sgarzini

Desde la creación del cine y la televisión, la política exterior estadounidense nunca abandonó la propaganda de consumo cultural “neutral”.

«De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. La literatura, el cine, y el teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos».

Allen Foster Dulles, primer director y uno de los artífices de la CIA

La entrega de los famosos Oscar a las películas de consumo intervencionista como Argo y La hora más oscura sobre la “muerte” de Bin Laden, son una muestra de que la relación CIA, Pentágono y Hollywood tiene una sinergia aniñada y acomodada a los tiempos de guerra.

Ayer fue la Guerra Fría y los demonizados movimientos de liberación (remember los terroristas sandinistas al borde de un ataque a Washington), hoy son los fachos islámicos, Rusia, China, Corea del Norte, Irán y, por supuesto, Venezuela, que recientemente acaba de ser víctima de esto en la serie Legends.

¿Qué hay detrás de todo? El caliente y sexual imaginario penetrante de la intervención violenta, pero humanitaria y moral que nos rescata a «todos» del apocalipsis

Agarren sus cotufas y lentes 3D, para allá vamos.

SI YO TE HE VISTO, ES PORQUE SIEMPRE VIENES POR AQUÍ

La relación de Hollywood con la política exterior estadounidense data desde sus inicios, ya que obviamente es una proyección de poder mundial en lo cultural, cuya influencia es decisiva para construir imaginarios y operar bajo las básicas doctrinas de la guerra psicológica y la propaganda.

Dentro de los hitos de su historia, se pueden nombrar los siguientes:

  • En 1917, la Comisión de Información Pública del presidente Woodrow Wilson, uno de los padres del excepcionalismo estadounidense, estableció un convenio con Hollywood para que se realizaran una serie de películas con el fin de dar formación e información al público, «bajo la premisa de promover el espíritu americano en todo el mundo».
  • En la Segunda Guerra Mundial, Hollywood desarrolló los niveles más altos de propaganda y después a la Casa Blanca le correspondió otorgarle subsidios para que se internacionalizaran y se quedaran con el mercado europeo, donde su cinematografía tuvo que ceder espacio con acuerdos especiales contemplados en el Plan Marshall, aquella ayuda económica destinada a reconstruir el Viejo Continente, endeudarlo con Estados Unidos y sus banqueros, y contener a la Unión Soviética, más allá de la partición en áreas de influencia del Pacto de Varsovia.
  • En este contexto, la industria cinematográfica de Hollywood fue clave para la penetración cultural en la disputa de la Guerra Fría, y bajo estos propósitos fue que se realizó una “depuración” facha de sus ámbitos laborales con una lista negra de los actores y actrices relacionados al “comunismo”. Esta ofensiva fue conocida como el macarthismo, en referencia al nombre del senador que motorizó estos juicios ad hoc.
  • En paralelo a esto se desarrollaron eficaces películas de propaganda contra la Unión Soviética y también se crearon los famosos tanques hollywoodenses destinados a penetrar transversalmente el imaginario cultural mundial de la intervención. Como ejemplo sólo basta citar las secuelas de Rambo, un par de películas de Rocky y, claro, James Bond, pero, incluso, si se hace un análisis de la mayoría de los productos de la industria, se observa como están impregnados por el mismo nodo troncal de la intervención y la demonización entre líneas.

EL NUEVO PROTAGONISTA, LA GUERRA GLOBAL CONTRA EL TERROR

LA NARRATIVA EMERGENTE AHORA APUNTA AL ESTADO ISLÁMICO PARA SOSTENER LA LÍNEA DE FONDO EN LAS PRODUCCIONES CINEMATOGRÁFICAS Y DE SERIES, QUE EN ESTE MOMENTO AUMENTAN EN AUDIENCIA EN TODO EL MUNDO

Finalizada la Guerra Fría y con el mundo unipolar, la relación CIA y Hollywood, por ejemplo, terminó de formalizarse con la creación de una división exclusiva para la industria, cuya función fue «fomentar el patriotismo y heroísmo como eficaz propaganda». En esta nueva fase, los tanques hollywoodenses estuvieron centrados en legitimar y demonizar a los enemigos de los 90 y luego preparar a la industria para la llegada de un nuevo enemigo: el terrorismo global.

Con aquel móvil-legitimador de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, los cañonazos mediáticos se corrieron unos milímetros para terminar de crear el enemigo mundial y legitimar la invasión a Irak y Afganistán:

  • Para eso, se hizo una reunión entre los magnates de Hollywood y el subjefe del Estado Mayor del presidente George Bush, Karl Rove (famoso por aquella frase en la que afirma «ustedes creen lo que nosotros queremos que crean»), para discutir como la industria podría contribuir a la «Guerra contra el Terror».
  • De ahí nació un equipo de trabajo de «arte y entretenimiento» dirigido por el presidente de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos y el Congreso que incluso le consultó a Hollywood cómo crear un mensaje de guerra efectivo para Estados Unidos y el mundo.
  • Además, en diciembre de 2001, la Academia de Televisión, Artes y Ciencias llevó a cabo una conferencia denominada «¿Hollywood va a la guerra? Sobre lo que podría hacer la industria en respuesta al 11/09». Entre los asistentes del Gobierno, estuvieron Marcos McKinnon, asesor de la Casa Blanca, y el jefe de enlace de Entretenimiento del Pentágono, Phill Strub. Después de esta reunión, la NBC sacó al aire un episodio especial de la serie El ala oeste llamado «Isaac e Ismael», enfocado en defender los valores estadounidenses y demonizar a los «yihadistas islámicos».
  • De los productos posteriores, específicos de la Guerra Global Contra el Terror, se destacan la serie 24, en la que además se justifica la tortura como elemento necesario para combatir el terror, y las películas United 9311 de septiembre, entre una larga serie de largometrajes dedicados al nuevo enemigo global y simbólico para intervenir en el exterior.

Si bien Hollywood le había dado un cierre al terrorismo global con la película La hora más oscura sobre el supuesto asesinato de Bin Laden, la narrativa emergente ahora apunta al Estado Islámico para sostener la línea de fondo en las producciones cinematográficas y de series, que en este momento aumentan en audiencia en todo el mundo.

Pero a esto se le suman nuevos enemigos y realidades a contener en la lírica fachistoide de Hollywood.

Y LOS PREMIOS SON…

En los últimos años, se ha hecho necesario lavar las culpas con las invasiones a Irak y Afganistán, simbólicas en la opinión pública occidental sobre hechos necesarios para terminar con el terrorismo islámico y continuar bajo el papel de policía del mundo, posterior al establecimiento del mundo unipolar.

Inclusive, en esta clave fue que la película Zona del miedo, de la misma directora de La hora más oscura (Kathryn Bigelow), ganó el Oscar a mejor película con este largometraje que se dedica a justificar la invasión y ocupación iraquí como necesaria, y demoniza a los iraquíes como ingratos salvajes que no vanaglorian a su «salvador».

Pero el premio más cara ‘e tabla de los Oscar fue dado en 2012 a la famosa Argo de Ben Afleck (sumamente asociado a los organismos estatales estadounidenses, como mostraremos en otras emisiones), cuyo galardón fue otorgado por la mismísima Michelle Obama, por si quedaba alguna duda sobre la línea anti-iraní del largometraje dedicado a la crisis de los rehenes de la embajada estadounidense en Teherán durante el inicio de la Revolución Islámica, entre 1979 y 1981.

En esta línea de constante delimitación del eje del mal es que se encuentran la línea de Homeland, pero también de otras series como Legends (en la cual se ataca al presidente Maduro afirmando en un capítulo que éste estaba buscando «armas químicas» para sofocar las protestas en su país), y también de la tercerización hollywoodense de las campañas internacionales de artistas bien pagados y predispuestos a «tocar» por la «libertad» en Venezuela y Cuba.

En definitiva, de eso se trata cuando nos venden su «verdad» en el formato imparcial y apolítico de la producción artística.

Lo demás es paja.

Fuente: Misión Verdad

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