Intervención en el Panel realizado como parte del espacio Dialogar, dialogar de la AHS en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, 22 de marzo de 2017
Yo soy de Oriente, específicamente de Holguín, y allá, en mis primeros años como periodista, conocí a una mujer que fue esclava en su niñez y que conoció a Maceo. Y en la descripción que ella me hizo de Maceo –era una mujer casi centenaria –, me habló de un hombre precioso, un hombre que llegó a un baile de campo y se abrió una fila porque había llegado aquel mulato que subyugó a todas las muchachas que estaban allí, y que los hombres lo respetaban por su valentía y valor, y por ser Maceo aquel hombre guapo.
Esto no está en el filme Baraguá. Baraguá tal vez como documental se puede analizar, de todas maneras le aconsejo a los jóvenes que la vean porque desde el punto de vista histórico es válido, pero no subyuga.
Hay otra película –voy a poner cinco ejemplos nada más–: El hombre de Maisinicú. La han puesto muchas veces en el cine, no sé si la han visto. El hombre de Maisinicú está basada en una historia real, la historia de un agente precisamente infiltrado en la lucha contra bandidos, magistralmente interpretado por Sergio Corrieri, también con una excelente actuación de Reinaldo Miravalles y dirigido por Manuel Pérez.
Esta película ubica al Escambray en su época. Si no me equivoco, fue hecha en 1986, por ahí.
Hay otro filme más reciente, que deben haber visto, que es El ojo del canario, sobre José Martí. Su guionista y director es Fernando Pérez. Es sobre Martí niño y adolescente, una muestra espléndida de cuando se unen estética, valores éticos y buen uso de la tecnología. Ahí la luz está bien, la ambientación es de primera, el sonido impecable, la música, todo, en función de contar una historia para acercarnos a ese hombre que todo el mundo habla de él: Martí.
Fernando ha dicho varias veces en las entrevistas que le hicieron: es el Martí que él se imagina de niño y de adolescente, porque nadie a esta altura de la vida puede decir que Martí fue exactamente así; pero por los escritos se supone que algo hay de cierto en esa historia.
Estas son las películas de las que más o menos quería apuntar como referencia.
En documentales, Santiago Álvarez es el gran orfebre del cine cubano y el que mejor ha reflejado la historia, con honradas excepciones para confirmar la regla. Él tiene documentales de Cuba y de Viet Nam, que son verdaderas joyas.
Tiene una obra, Mi hermano Fidel, que es de un hombre que conoció a Martí y luego conoció a Fidel. Santiago Álvarez logró colocar a Fidel en el contexto de donde este hombre había conocido a Martí, y es un documental que valiera la pena que lo vean porque está impecablemente bien hecho.
Hay otro, Girón, de Miguel Torres, que es una historia para tener en cuenta, cómo está contada.
Pero ahora vamos para la parte de acá.
Aquí yo tengo a este hombre, que es el director de Dos Ríos, el enigma. El guion lo hizo Eduardo Vázquez. Roly logró, en ese docudrama –prefiero plantearlo así–, dar en audiovisual la historia de un momento muy difícil de la historia de Cuba, y lo hizo de una manera inteligente, osada para el momento en que lo hizo. Eduardo fue su guionista y su asesor.
Tiene otra serie, que es Duaba, la odisea del honor, que él no me dejará mentir, cuando fuimos a la premier, yo estaba sentada al lado de él, y yo veo a aquel mulato esplendoroso que hacía a Maceo, hice así y le apreté el brazo, y le dije: “Ese sí es Maceo.”
Lo escogió (para que ustedes vean lo que es el audiovisual) no entre actores; buscó un oficial de las FAR que se parecía a Maceo. Como no se trata de una obra de ficción sino de una serie docudrama, pudo hacer eso. La ficción en Duaba está en aspectos escogidos por Roly, y que los ficcionó como si cuando se empezó a filmar la serie se recordaran momentos específicos de la época del Siglo XIX.
Es una proposición más reciente. Les sugiero que la vean.
En series televisivas, voy a dar marcha atrás para que me entiendan por qué voy a hablar de esta otra. Bueno, la han repetido tantas veces que la deben haber visto: En silencio ha tenido que ser. En silencio es una obra con mucho de ficción, pero los personajes principales están hechos a partir de la realidad. Están muy bien creados. Esa serie sentó a este país en el momento en que se transmitió la primera temporada, rápidamente hubo que hacer otra.
De ella nació otra, Julito el pescador, que es exactamente la historia de un agente, y que está muy bien hecha también. Cuando digo muy bien hecha, es que el director logró buena fotografía, buen guion, buen sonido.
De esas dos, los guionistas fundamentales fueron El Cojo Vidal y Nidia Rodríguez, el director fue Chucho Cabrera, uno de los mejores directores de televisión.
¿Qué pasa? ¿Por qué nombro esa serie? Porque la última serie policiaca cubana… Tras la huella para mí, no existe, no la miro, no me interesa. Tras la huella es el tiempo que yo cojo para ver en Multivisión otras cosas, porque hasta ahora no ha cambiado en diez años, y no me interesa verla.
Salto a UNO. ¿Por qué UNO? Porque el mayor Alex de UNO es un poco lo que fue David en En silencio, pero de otra manera; es decir, David era el agente infiltrado, Alex es el oficial de la Policía que trabaja. Es un hombre atractivo. Roly no lo buscó porque a él le gustaran sus ojos bellos, pero él sabe como director que tenía que poner a Carlitos en ese papel, o a uno parecido, para que fuera atractivo, porque este es un oficial de la Policía atractivo, seductor, que se mete con sus compañeras, que hace bromas con los otros, que a veces es un poco irreverente con los jefes; es decir, es un policía creíble, como el resto de los personajes de UNO son policías creíbles, con conflictos, con problemas en sus casas, en sus trabajos, entre ellos.
Si tú llevas a la televisión la historia y la pones sin matices, sin los matices que llenan la vida cotidiana de cualquier ser humano, no logras una teleaudiencia, por lo menos una teleaudiencia que te recuerde.
Y por último, voy a hablar de LCB, la otra guerra, la serie que se está pasando los sábados. Si van a salir de parranda, grábenla; en casi todos los televisores se puede grabar y después la ven, pero no la dejen de ver.
La otra guerra es sobre la lucha contra bandidos. Hacía mucho tiempo que en Cuba no se tocaba ese tema, creo que desde lo que hizo Manolito Pérez en los ’80. Es una serie con una fotografía impecable, espléndida, con una puesta en escena espectacular, una actuación coral, aunque en esa actuación coral van a encontrar a Doimeadiós, uno de los mejores actores cubanos por lo camaleónico que es, y a Fernando Hechavarría, que está muy bien.
Hay varios actores que también tienen papeles protagónicos, pero hablo de ellos dos porque son un poco los centros que se mueven en la serie, por lo menos en los tres capítulos que ya yo vi. Yo creo que La otra guerra muestra lo que sí se puede hacer; es decir, que la historia puede llegar a la televisión, a los medios audiovisuales, de una manera bella, coherente, melodramática por momentos; porque, cuando en la televisión a ti no se te aprieta el corazón, hay algo que no funciona; si tú ves la televisión y hay algo que no te motiva por lo menos a decir: qué basura es eso, o qué bueno…se filmó por gusto. Algo te tiene que tocar aquí, en el medio del pecho, la televisión tiene que tocar las fibras de uno.
Entonces, bueno, la buena noticia es que este señor que está aquí, que ha hecho esas dos obras de las que les he hablado, al fin está viendo un sueño, que es una productora, a la que le ha llamado Patria. Y que hable de lo que le dé la gana, pero le ruego que hable de Patria porque para ustedes va a ser importante.